Los espacios alternativos de arte surgen como una necesidad de buscar reductos fuera de las estéticas e instituciones artísticas dominantes con el objetivo de albergar expresiones artísticas nuevas, frescas y ajenas a intereses comerciales. En estos lugares podemos encontrar arte osado y arriesgado que niega el confort del cubo blanco en pro de la experimentación, llevando al límite las concepciones mismas de “arte”. Desde el icónico Cabaret Voltaire de 1916, donde los dadaístas se reunían y realizaban happenings, hasta La Fábrica de Andy Warhol en los años 60, The Kitchen de 1971 en Greenwich Village, o The Shop creada por las artistas inglesas Tracey Emin y Sarah Lucas en 1993, son unos cuantos ejemplos.

México tiene una vigorosa tradición artística paralela al establishment que hasta hoy se mantiene, y de la cual quisiera hablar en las próximas entregas, pues estos espacios han sido semilleros de artistas jóvenes. Para dar un breve contexto histórico de la naturaleza de los lugares alternativos en la vida artística de nuestra ciudad, podemos mencionar tres recintos que fueron esenciales en el desarrollo del arte contemporáneo mexicano: La Quiñonera, Temístocles 44 y La Panadería.

http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/espacios-artisticos-independientes.html

 

 

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